Índice de contenidos
El embrague del coche
La transmisión es un sistema complicado del coche; que, por sus partes móviles, suele ser un foco de muchos problemas y multitud quebraderos de cabeza. Uno de los principales integrantes puede ser también uno de los principales causantes de visitas al taller con problemas en la caja de cambios. Este componente recibe el nombre de embrague. Y es uno de los componentes que más sometido a desgaste está de nuestro vehículo.
El embrague del coche es una pieza sometida a mucho esfuerzo, y es muy importante tratarlo de manera correcta para minimizar al máximo su sufrimiento, ya que algunos hábitos son enormemente perjudiciales para él. De hecho, es el conductor el responsable siempre de su uso, por lo que su desgaste será en función de los hábitos de conducción, malas costumbres y mal uso.
Además, la visita al taller no suele ser muy económica, porque la mayoría de las reparaciones o sustituciones del kit de embrague, o que afectan al embrague o la caja de cambios, suponen tener que desacoplar a esta del motor, con la mano de obra que eso conlleva, sumado al conjunto de piezas necesarias para cambiar este elemento con total seguridad.
¿Qué es y para qué sirve el embrague del coche?
El embrague es el encargado de aislar el movimiento que proporciona el motor a las ruedas. Este aislamiento momentáneo se realiza para que la caja de cambios pueda cambiar de marcha sin problemas. Así como interrumpe la unión, y con ello el movimiento, también es el encargado de acoplar ambos sistemas. De esta forma podemos seleccionar la siguiente marcha, ya sea mayor o menor.
Funcionamiento del embrague del coche
El embrague consta de unos discos de fricción, estos presionan el volante motor, o volante de inercia, a través de un plato que ejerce la presión gracias a un diafragma o a unos muelles. Es decir, la unión se produce gracias al efecto de la fricción.
Para entender el funcionamiento, se pueden diferenciar tres momentos, o posiciones, claves en el trabajo del embrague. Por un lado está la llamada posición de embrague; el motor está conectado a las ruedas, transmitiendo así a estas la potencia. Por otro lado, la posición de desembrague; durante la cual las ruedas giran libremente porque se encuentran desconectadas del motor y de su giro. En esta posición no existe transmisión alguna de movimiento. También existe una tercera posición, la intermedia, cuando se restablece progresivamente la transmisión del par.
Cuando no pisamos el pedal, el motor se encuentra embragado (posición de embrague), y el disco de fricción hace fuerza contra el volante, o disco, de inercia girando así de manera solidaria con el motor. Cuando pisamos el pedal del embrague, el eje primario de la transmisión se desconecta del motor para poder realizar el cambio. Cuando se produce este cambio, se produce una diferencia de velocidad entre el giro del motor y el del eje primario de la transmisión. Es nuestro protagonista, el embrague, el encargado de igualar de nuevo esta velocidad de giro para que todo sea correcto.
Conocer cuáles son las partes principales del embrague es también importante para comprender cómo funciona. Estas son: el pedal, la campana de embrague, el disco de embrague, el plato de presión, los muelles y patillas y el collarín de embrague.
Al pisar el pedal el collarín del embrague se desplaza, este presiona las patillas, que hacen girar al plato de presión. Y así, se libera el disco de embrague y se vence la resistencia que ejercen los muelles.
Qué es el volante bimasa
El volante bimasa se encarga de luchar contra las vibraciones del motor, absorbiéndolas, para que no afecten a otros componentes. El volante bimasa no es más que un tipo de disco de inercia pensado para evitar las vibraciones de los nuevos motores diésel de más compresión. Es cada vez más común en los vehículos del mercado. Este elemento mecánico se está incorporando con más frecuencia a los coches ya que proporcionan más potencia y par en motores que cada vez tienen menos cilindros.
Por ello es normal percatarse de que algo no va bien con el volante bimasa cuando notamos más vibraciones de la cuenta en nuestro coche.
¿Cómo puedo saber si tengo el embrague gastado?
Como cualquier pieza mecánica, el embrague experimenta un desgaste al realizar su trabajo. Esto es normal. Pero si no se usa bien este desgaste será mucho mayor. Un uso descuidado del embrague y unos malos hábitos pueden hacer que nuestro embrague dure pocos kilómetros.
Como con otras partes del vehículo, una de las formas de percibir un mal estado del embrague es atendiendo a ruidos extraños. En este caso, cuando usamos el embrague.
Otros síntomas comunes y fáciles de apreciar, y que indican que algo no va bien con nuestro embrague, son: que el embrague patina o que el pedal del embrague se queda abajo.
Por la segunda no debes preocuparte mucho. Si el embrague es hidráulico habrá que comprobar que el nivel de líquido esté correcto, puede que sea escaso y que no haya fuerza suficiente para que el circuito retorne el pedal a su posición.
En el caso de no ser hidráulico, el problema podría venir del cable de accionamiento o del mecanismo de resorte encargado de devolver el pedal a su sitio.
Por otro lado, que el embrague patine es un indicativo de que los discos de fricción están desgastados y no llegan a acoplarse por completo.
¿Qué pasa si se rompe el embrague de nuestro coche?
Si el embrague de nuestro vehículo llegara a romperse podría dañar seriamente otras piezas con las que trabaja en conjunto. De hecho, una rotura de embrague podría arrastrar consigo una rotura del volante motor (o de inercia) sumando muchos euros a la factura del taller.
Si quieres ahorrarte la avería, hay algunas cosas que puedes hacer para minimizar el desgaste. Y has de tener claro que en el tráfico urbano, en las pendientes y en las maniobras para aparcar es donde más sufre el embrague.
Es importante soltar el embrague correctamente. Arranca siempre de manera suave, soltando suavemente el embrague y sin acelerar el motor por encima de las 1500 rpm. Seguro que lo más traviesos alguna vez han acelerado con el embrague pisado, o medio pisado… Esta práctica se conoce comúnmente como “picar embrague” y hace sufrir mucho al conjunto.
Cuando te detengas, por ejemplo en un semáforo o un atasco, no mantengas el embrague pisado. Pon el punto muerto y suelta el pedal hasta que el semáforo se ponga en verde o se reanude la marcha de nuevo.
Tampoco es bueno dejar el pie sobre el pedal del embrague; aunque creas que no lo estás pisando, el leve roce de tu pie ya está haciendo que el embrague actúe, aunque sea mínimanente. Sabiendo esto, no es buena idea hacer un viaje largo con el pie descansado sobre el embrague, ¿verdad? Deberás acostumbrarte a dejar tu pie izquierdo en el reposapiés existente para ello.
Por otro lado, es muy, muy importante pisar siempre el pedal del embrague completamente a fondo a la hora de cambiar de marcha. Si no se hace esto, el sistema soporta fricciones que no debería soportar; se produce un mal acople e incluso se llega a producir ese doloroso “rascado” de marcha al cambiar.
Y, por último, en pendientes no mantengas el coche usando el embrague; pon punto muerto y usa el freno.
Si llevas a cabo estas simples y fáciles costumbres alargaras mucho la vida de tu embrague. De hecho, con total seguridad, no tengas que pasar por el taller en toda la vida útil de tu coche; el embrague debería durar sin problemas.
Además, tener que cambiar o reparar el embrague supone desacoplar la caja de cambios del motor. Esto es un proceso tedioso y que requiere tiempo, con todo lo que eso conlleva.